Tokio: Crece el escándalo por el fármaco para la lepra que se impuso durante la guerra
Otros cinco sanatorios informaron que se administró experimentalmente el Koha durante la Segunda Guerra Mundial. Un medicamento desarrollado por los militares, que impusieron su uso en varios centros a pesar de los efectos secundarios y las muertes asociadas. El Ejército obligaba a administrarlo "infundiendo terror".
Tokio (AsiaNews) - Al menos cinco sanatorios nacionales para leprosos informaron que, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, habían administrado a sus pacientes un fármaco experimental llamado Koha que causó graves efectos secundarios en algunos de ellos. Los hechos se conocieron por la publicación de un informe de la investigación que llevó a cabo el sanatorio Kikuchi-Keifuen, situado en Koshi, prefectura de Kumamoto, en junio de 2024, y desde entonces ha dado lugar a investigaciones exhaustivas en otras instituciones. Se trata de un tema sensible para Japón debido a las condiciones de segregación y los abusos que sufren los enfermos y sus familiares.
El diario japonés Asahi Shimbun comenzó una investigación en junio y contactó a 12 sanatorios, excluyendo el Kikuchi-Keifuen. El análisis de los documentos y las historias clínicas confirmó la administración del fármaco experimental en varios centros: el sanatorio nacional Suruga, en la prefectura de Shizuoka; el de Oshima-Seishoen, en Takamatsu; el sanatorio de Tama-Zenshoen, en Tokio; el Nagashima-Aiseien, en la prefectura de Okayama; y por último el sanatorio Hoshizuka-Keiaien, en la prefectura de Kagoshima.
El Koha —compuesto de criptocianina, un colorante fotosensible— fue desarrollado por los militares del antiguo ejército imperial japonés, interesados en su aplicación para el tratamiento de congelamiento y quemaduras por frío intenso. Las autoridades militares encargaron la investigación del fármaco experimental a la Universidad de Medicina de Kumamoto, que hoy sigue siendo una reputada institución en el campo médico. Tras un aparente éxito en pacientes con tuberculosis, causada por bacterias similares a la mycobacterium leprae, el fármaco se probó en pacientes con lepra.
El director de Kikuchi-Keifuen fue encargado por el séptimo Centro de Investigación del Comando Técnico del Ejército de llevar a cabo un ensayo experimental con 472 pacientes del sanatorio entre 1942 y 1947. Nueve pacientes murieron durante el período de prueba, y se sospecha que dos de las muertes estuvieron directamente relacionadas con el Koha. En el sanatorio de Suruga también se está llevando a cabo un relevamiento exhaustivo de las historias clínicas de los 998 pacientes para determinar el uso del fármaco y sus efectos. El director Shinichi Kitajima confirmó que se había administrado el fármaco, según se desprende de las historias clínicas de la posguerra.
Los miembros del personal, sujetos a confidencialidad, están investigando cuidadosamente las historias clínicas una por una. La tarea, explica el responsable, requiere "tiempo para verificar los hechos en su totalidad". "Es posible que salgan a la luz otros elementos hasta ahora desconocidos. Debemos establecer reglas —observa Kitajima— para la conservación de las historias clínicas y los documentos". La información sobre la administración de Koha en Tama-Zenshoen y Oshima-Seishoen se encontró en el número del Año 1947 de la revista de dermatología y venereología, que actualmente se conserva en el Museo Nacional de la Enfermedad de Hansen. Según la revista, el director de Tama-Zenshoen informó que, de 175 casos, 72 dejaron de usar el fármaco un plazo de tres meses, mientras que 103 continuaron durante un período que varió entre cuatro y ocho meses. El centro debió suspender la administración en 57 casos debido al deterioro de las condiciones de salud.
El director del sanatorio de Oshima-Seishoen también informó que se había administrado Koha a 180 personas. Según relata Tsuneji Matsumoto, de 93 años, en 1944 uno de los médicos residentes jóvenes de la institución anunció el desarrollo de "un nuevo medicamento para la lepra". También en este caso, los registros muestran que se administró Koha a un grupo de personas. Según el relato del anciano, que ingresó al centro en julio de 1942 y todavía se encuentra internado allí, el medicamento se administraba con el pretexto de curar la lepra. La "pastilla delgada y plana" se tomaba una vez al día antes del mediodía, y recuerda que después de tomarla se sentía aturdido y la vista se le nublaba. También cuenta que otros sufrieron fiebre o heridas gangrenosas, y una mujer perdió el cabello. Debido a estos dolorosos efectos secundarios, algunos pacientes se negaron a tomar el medicamento, cuyo tratamiento duraba entre seis meses y un año. Pero un día, sin ninguna explicación, se interrumpió bruscamente. Más tarde supo que el Ejército había obligado a administrarlo. "Los médicos del sanatorio —concluye— no podían negarse, porque los militares infundían terror".
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